VILLA RICA

Villa Rica describe y/o narra temas de interés general.

Mi foto
Nombre: Enrique Castro

Nacido en la ciudad de Veracruz, Mex. Ha impartido la materia de fotografía y cuenta con varias exposiciones y publicaciones en su currículum. Además de, tener un gusto especial por escribir.

viernes, octubre 22, 2004

EL DANZON

Image Hosted by ImageShack.us
© Enrique Castro
“¡Hey, famiiiliia!, danzón dedicado a…” con este grito y correteando palomas crece el veracruzano en las felices tardes de paseo por el Zócalo.

Desde la llegada del danzón al puerto de Veracruz, diversas danzoneras instauraron la costumbre de tocar en el Zócalo dos veces por semana, costumbre que se volvió tradición y se conserva hasta nuestros días. Los danzoneros de mayor experiencia dicen “el movimiento del danzón debe ser sutil y sin un gran desplazamiento en la pista, muy pegados y sacrificando velocidad por estilo” y “quien sabe bailar el danzón, lo hace sobre un ladrillo”. Su técnica consiste en bailar dibujando un cuadro o dos seguidos con los pies en el piso, dando giros la pareja y la dama.

La dinámica de este ritmo tiene una característica única, se alternan partes bailadas con partes de descanso, esto es, a través de compases (introducción, 4 compases; paseo 4 compases) seguidos por una melodía de 16 compases, es en ésta cuando la pareja se detiene o descansa, momento oportuno para darle vida al abanico, los saludos, la plática y el coqueteo.

El historiador Gabriel Espinosa define al danzón: “Estilo de baile con una enorme expresión de sentimientos contenidos que se manifiestan al exterior de una forma sutil; un universo que al momento de estallar se contiene”.

Mi historia no es ajena al danzón. Recuerdo aquellas tardes de la infancia que con globo en mano y mi favorita nieve de limón en la camisa, veía a través del incansable vuelo de palomas a los hombres enfundados en su vestimenta blanca, guayabera de manga larga y pantalón de pliegues adornado con la brillante cadena que sostenía los relojes de bolsillo. Las mujeres con su vestido blanco de vuelo y hombros descubiertos, en el ambiente el dulce aroma de las gardenias y jazmines que adornaban las bien peinadas cabelleras de las damas. Ésta ha sido una de las imágenes con mayor carga de gallardía y feminidad que recuerde.

Si pero, ¿dónde comenzó todo?

Nos remontamos a la época de la Inglaterra de William Shakespeare e Isaac Newton con la música denominada Country Dance o Danza del Campo, que pasa a Francia en el tiempo del filósofo René Descartes y del Cardenal Richelieu como Contradanza. Ésta continúa a Haití, en ese tiempo colonia francesa, como danza para ser exportada a Cuba por quienes huyeron de la guerra de independencia haitiana.

Ya en Cuba, la danza encuentra sostén, su ritmo y forma se transforma oficialmente al danzón en una típica noche de 1879 de un puerto más del Caribe cubano. Imagino esa noche con un aire fresco acompañando al oleaje del mar que escasamente alivia del húmedo calor del ambiente, del interior de las farolas escurre la cera agónica de las velas que apenas y alumbran las oscuras calles, las hamacas de los pórticos se mecen vacías, más que un puerto de pescadores semeja un pueblo fantasma. Que las oscuras y húmedas calles nos acercan a un lejano brillo que destaca de la noche y el viento nos trae al oído un susurro que proviene de la luz. Es el Liceo de Matanzas, que de sus resplandecientes ventanas salen bailando las notas de un nuevo ritmo musical que nacen de la danzante varita que lleva en su mano derecha el cornetista Miguel Faílde Pérez.

Ahora el silencio se hace presente…, los aplausos del pueblo entero rompen la paz y le rinden una ovación que obliga al mulato a inclinarse y dibujar una sonrisa de gratitud, celebran el año nuevo y el nacimiento oficial de El Danzón con la interpretación titulada “Las alturas de Simpson”.

El impacto producido resultó tan extraordinario que se instituye como baile nacional de Cuba hasta 1920.

Lamentablemente en este país y después de una época de auge, el danzón entra en decadencia. Para lograr sobrevivir como género popular el danzón tuvo que emigrar a su vecino país caribeño, México.

El danzón tomó sus partituras y sus ejecutantes, se arremanga el pantalón y maleta en mano saltó a la península de Yucatán. Los músicos yucatecos lo adoptaron como propio y comenzaron a componer innumerables danzones originales. Durante estos intensos años se formó la famosísima Orquesta de los Hermanos Concha, quienes más tarde amenizarían las memorables noches del famoso Salón México, actualmente dedicado a otro tipo de eventos.
Image Hosted by ImageShack.us
© Enrique Castro

Como buen viajero que siempre fue, el danzón llega a Veracruz, en donde habita la sociedad más fértil que haya encontrado y que a diferencia de Yucatán, aún es un elemento vivo y activo de la vida cultural del pueblo jarocho. Apenas pisó suelo veracruzano comenzaron a formarse danzoneras que lo ejecutaban con un muy peculiar estilo y gracia.

De Veracruz el danzón continuó hasta la ciudad de México donde continúa vigente y en el gusto popular, alimentando la cultura local con sitios como La Ciudadela.

El danzón, continuando su etapa evolutiva, nos dio ritmos como el Mambo en los años 30’s o el Cha-cha-chá en los 40’s. “Hace quince años el estilo del baile era más cerrado, contenido, asentado y marcado lo que le daba cierta monotonía. Ahora, los jóvenes danzoneros utilizan un estilo más abierto, aéreo, lucidor, creativo y con mayor vocabulario” Gabriel Espinosa.

No importa ni el sitio y ni quienes lo practiquen, el danzón es un elemento vigente de nuestra música popular que se ha mantenido vivo quizás por su indiscutible caracter erótico, sutil y refinado.